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lunes, 12 de marzo de 2012

LA ORDEN

El desanimo se había instalado en el campamento de los Caballeros de la Orden de Vives, la traición del Imperio de la Estrella Marina había caído como un jarro de agua fría sobre la moral de los valerosos soldados de la Orden.
Los rumores y la inquietud se habían extendido como la pólvora y reinaba el desorden entre las tropas.
Un mensajero llegó a toda prisa en un precioso caballo blanco y entrego un sobre al caballero de mayor rango, lo abrió,  lo leyó y sin cambiar su semblante, se metió en su tienda.
En cuestión de media hora y por medio de misiva que se colgó en cada una de las entradas de las tiendas de campaña de los caballeros, se convocó una reunión urgente que se celebraría a la media noche en la plaza del campamento.
Los caballeros fueron sentándose alrededor de la lumbre que iluminaba sus preocupadas y resignadas caras, el caballero de mayor rango expuso la situación... por medio de un espía próximo a colaboradores del Emperador se sabía que la  orden de los Vives había sido traicionada, los caballeros se miraron unos a otros con desconfianza y recelo pero  el traidor no estaba allí, el traidor andaba lejos.
La que pensaban que era una orden amiga les había vendido por una tristes migajas, la orden de los Monerco había traicionado la unión sellada hace casi cuatro años, cuando ambas ordenes luchaban juntas bajo la batuta del Imperio de la Estrella Marina... enseguida expresiones de descontento, de enfado e indignación ahogaron la voz del caballero mayor.
Tras las explicaciones oportunas los caballeros, que en sus rostros reflejaban el cansancio de la batalla y las huellas de la traición, se retiraron a sus tiendas.  Ninguno podía conciliar el sueño.
Como si existiera una conexión más allá del escudo de armas, los caballeros fueron acudiendo sincronizados a la plaza del campamento, en el que del fuego sólo quedaban rescoldos. Todos llevaban bajo el brazo algo de leña y todos, poco a poco, fueron alimentando de nuevo el fuego para que, como símbolo de resurrección, resurgiera de sus cenizas.
Juraron, a la luz del fuego renovador, no rendirse ante el Imperio de la Estrella Marina, pero decidieron disolverse oficialmente, mantendrían la orden en secreto y sus miembros se integrarían lo antes posible en otras organizaciones. 
Desde los sitios que el destino les guarde lucharían contra el Imperio con todas sus fuerzas y no olvidarían jamás la traición de los Monerco.
Como el fuego, resurgirían y, cuando esto suceda, deberán reunirse en el mismo lugar en donde el fuego pide venganza en forma de llamaradas endiabladas para consumarla, mientras tanto, deberán llevar una vida normal, negando si fuera necesario la existencia de la Orden de Vives ante terceros, pero nunca olvidando su pasado y su juramento.
Una vez realizado el juramento, los caballeros se despidieron, recogieron sus tiendas que también quemaron y marcharon por caminos distintos en espera de la llamada que el destino les haría llegado el momento.  Todos, al marchar, tenían la certeza de que  pronto volverían a verse.

OSCARINNNNNN


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