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miércoles, 11 de diciembre de 2013

EL REGALO

Hoy me hicieron un regalo muy especial. Me han regalado sentimientos en forma de letras que sonaban a latidos del corazón... de gran corazón.
Gracias por abrirme esta ventana y dejar que me colara en parte de tu vida.
Esto no es un relato... es un agradecimiento público.

EL ULTIMO ADIOS

En ocasiones el tren de la vida te permite compartir viaje con personas maravillosas, personajes que el azar coloca estratégicamente en las estaciones de tu viaje para aprender, admirar y sentir junto a ellos.
Esto mismo me ha sucedido a mí. Un buen día apareció un nuevo compañero de travesía, Don Valeriano.
Don Valeriano iba siempre elegantemente vestido,  su pelo cano  perfectamente peinado y cuidado hasta el último detalle de su aspecto. Su caminar era cansado y le costaba no curvar su espalda, no en vano su viaje no estaba siendo fácil. En más de una ocasión le habían invitado a bajar del tren de la vida de manera brusca, a saber: entre varios accidentes simples y al ver que esta técnica con él no funcionaba, lo intentaron apear con dos infartos y sendos canceres de pulmón. A cambio de quedarse algunas estaciones más en el tren cedió dos operaciones a corazón abierto y un pulmón pero con esto y todo el revisor no se iba a conformar.

miércoles, 20 de febrero de 2013

EL RESUCITADO.

Hoy me encontré en el metro con un compañero del colegio que me habían dicho que había fallecido. Al verlo me he llevado una gran alegría, pero he preferido no decirle nada y hacerme el despistado, me he sentado en el único asiento libre de todo el vagón y me he escondido entre la muchedumbre.
No he actuado así por antipatía, el problema ha sido que lo primero que me ha venido a la mente era decirle que tenía que estar muerto, que qué coño hacía vivo. Conociéndome se lo hubiera dicho.
Sentado en el vagón lo he mirado de reojo para asegurarme de que era él, y efectivamente era el muerto resucitado. A través del reflejo de la ventana he comprobado todos sus rasgos físicos y era el fallecido, no cabía duda. También él a escudriñado mi aspecto, nos hemos cruzado la mirada a través del maldito reflejo del cristal pero tampoco se ha dirigido a mi. He pensado que quizás él también pensaba que yo había muerto.