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miércoles, 20 de febrero de 2013

EL RESUCITADO.

Hoy me encontré en el metro con un compañero del colegio que me habían dicho que había fallecido. Al verlo me he llevado una gran alegría, pero he preferido no decirle nada y hacerme el despistado, me he sentado en el único asiento libre de todo el vagón y me he escondido entre la muchedumbre.
No he actuado así por antipatía, el problema ha sido que lo primero que me ha venido a la mente era decirle que tenía que estar muerto, que qué coño hacía vivo. Conociéndome se lo hubiera dicho.
Sentado en el vagón lo he mirado de reojo para asegurarme de que era él, y efectivamente era el muerto resucitado. A través del reflejo de la ventana he comprobado todos sus rasgos físicos y era el fallecido, no cabía duda. También él a escudriñado mi aspecto, nos hemos cruzado la mirada a través del maldito reflejo del cristal pero tampoco se ha dirigido a mi. He pensado que quizás él también pensaba que yo había muerto.